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1 de noviembre de 2007

La solidaridad, catalizador de: País productivo, progresismo y reforma del Estado

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Para la reafirmación de las reformas estructurales que hagan sostenible un país productivo, debe afianzarse el camino del progresismo. Ese afianzamiento requiere también de las acciones sociales que mitiguen las urgencias de los sectores más sumergidos, porque no hay verdadero progresismo sin la solidaridad.
La Solidaridad implica que los más agraciados y productivos frenen sus genuinas aspiraciones, para permitir un avance parejo de toda la sociedad, porque una vez y otra a lo largo de la historia se ha demostrado que el paradigma económico de crecer primero para repartir después no es viable, ya que conlleva a ahondar las diferencias, la corrupción y con ello a aumentar las brechas de la sociedad que atentan contra la solidaridad.
Justamente, la solidaridad implica el control de esas brechas de la sociedad, mediante la intervención del Estado como entidad reguladora del progresismo productivo y el control de todos los posibles desvíos a que es tan proclive la naturaleza humana.
A nadie puede caberle la duda que la reforma tributaria del progresismo conduce a este fin, por ello, las dificultades de su implementación que interponen quienes reniegan de la solidaridad a costa de sus beneficios obtenidos y adquiridos dentro de una sociedad que privilegió constantemente los sectores más prominentes que una y otra vez se alternaron en el poder del Estado en demérito de otros sectores que fueron desplazados por ese ejercicio del Poder.
Debemos recapacitar en lo que se le debe a los desplazados, por cada uno de los que se beneficiaron de las brechas que frenaron el camino del progresismo con justicia social, habiendo crecido para no repartir nunca jamás lo que era, por derecho, de todos los uruguayos.

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